mercredi, mai 17, 2006

El hombre que No

Hay hombres y hay hombres que No. Dentro de esta categoría caen aquellos que por alguna u otra razón nos negamos a reconocer como elegibles, excluyendo obviamente a los consanguíneos, los novios de las amigas (a veces), los hombres casados (siempre) y gays.
Son la clase de hombre que ostenta el perfil de cualquier hijo de vecino, sin rasgos distintivos físicos o de personalidad. Carentes de chispa e incapaces de producirnos cualquier emoción. Cada mujer tiene su rango de hombres que no.

Para mi,los hombres que No son aquellos a los que simplemente no distingo entre la multitud, los que no voltearía a ver por la calle. Que tampoco son amigos porque no me hacen reír o llorar o lo que sea lo suficiente. Eso, los hombres que No, lo son precisamente porque de alguna manera u otra no me convencen del todo.

Hace algunos meses conocí al prototipo del Hombre que No. De ordinario perfil y prosaico discurso. No muy brillante para impresionarme ni lo suficientemente simple para hacerme reír y ponerle los ojos encima. Un hombre común en todos los aspectos, y esos no me gustan.

Pero en fin, por la boca muere el pez. Este fin de semana quedé plenamente convencida, de que en contadas e irrepetibles ocasiones, El Hombre que No, es mejor que nada. Que es capaz de hacerte reír, llorar y soñar; de hacer que las horas se vayan con inusitada rapidez y tus ojos tras él en contra de tu propia voluntad.

Puede ser que mis amigas tengan razón, que después de todo sea demasiado heterosexual o una zorra hecha y derecha. Puede ser que no, puede ser que simplemente no exista tal cosa como hombres que No.